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El llamado del abuelo jaguar

por Martín Buen Viaje

Un buen viaje al llamado del ¨Abuelo Jaguar¨, también llamado Balam por lo antiguos mayas, el ser que podía entrar y salir del inframundo.

Autano

Hace unos cinco años, sentí el llamado del agave, una de las plantas sagradas más antiguas y reverenciadas de México. Los españoles, cuando la descubrieron, la llamaron “el árbol de las maravillas”. En algunos libros se menciona que el agave existe desde hace más de 15 millones de años; sirvió como alimento antes que el maíz, hace unos 11 mil años; se usaba como planta sagrada y como medicina en rituales y curaciones. Específicamente, de una de sus especies se obtenía una fibra para hacer un tejido tan fuerte que servía para atar las pencas y construir con éstas los antiguos tejados de los techos de las casas. Y éstos son apenas algunos de sus muchos usos y propiedades.
Por el agave, también empecé un buen viaje, sin darme cuenta, por las raíces de un México profundo, un México desconocido, un México que me cambió la vida. Fue una planta de poder que me despertó una consciencia diferente respecto al mundo que conocía, sobre todo en lo tocante a la naturaleza y los animales. Ahí, claramente, hubo un antes y un después. Luego de varios viajes y exploraciones a lugares mágicos fuera de cualquier circuito turístico, tuve el honor de conocer personas que cultivaban pensamientos y creencias diferentes de aquellos a los que yo estaba acostumbrado. En particular, esto me pasó con los mayas, huicholes y zapotecos. También me tocó seguir experimentando con otras plantas de poder, realizar danzas, rituales y demás tradiciones milenarias. Gracias a todas estas experiencias, aprendí a ver y sentir las cosas con otra perspectiva, estoy muy agradecido con México y con la vida. Soy un convencido de que, cuando cambias tu modo de ver, las cosas mismas cambian de forma. En muchas de esas ceremonias, algunos abuelos o chamanes me contaban (según sus creencias o tradiciones) el mito del origen del mundo, historias fascinantes que no estaban en los libros que leía. Ahí te das cuenta que hay veces que conviene cerrar los libros y empezar a navegar.

Por ello, después de escuchar y vivir varias de estas historias, decidí crear un mito propio: “Los Guardianes del Buen Viaje”. El mito cuenta cómo los primeros nahuales de la Tierra, guiados por la visión y el poder de un gran colibrí, deciden emprender una misión a la Luna en búsqueda de una semilla sagrada. Una vez encontrada, el único animal-nahual con la fuerza capaz de regresar a la Tierra con la semilla para sembrarla es el colibrí. Así nace la primera planta: el agave. Luego, éste se da cuenta que el resto de los animales han quedado atrapados en la Luna. A partir de ese momento, muchas cosas suceden… Pero, mejor, si te interesa conocer esta historia, puedes leerla completa en los Guardianes del buen viaje Entre los animales que participan está el gran ¨jaguar¨, animal también sagrado en todas las culturas antiguas y venerado por muchos ancestros.

Con el llamado del mítico Jaguar es cuando este mito se hace realidad.

Así empieza este encuentro, hace algunas semanas.

Hace un corto tiempo tuve un reencuentro con Alejandra, una gran amiga, amante de los animales. Ese día, ella me presentó a Víctor, una persona que ama a estos seres sagrados y los protege desde hace más de 30 años. Él continúa el legado de su padre. Víctor conectó con el mito de los guardianes de Buen Viaje, que encontró en el libro y, a su vez, me invitó a conocer su proyecto: un santuario en Oaxaca. Como es ya mi costumbre, digo que sí de inmediato… y comienza otro buen viaje.

Armo la mochila, la tienda de campaña, la bolsa de dormir, la linterna, la brújula y demás. Viajo con mi socio, amigo y compañero de aventuras, Eugenio. Llego a la ciudad de Oaxaca, donde nos encontramos con Víctor, junto con su hijo, Ann Moguel (su mujer, que es fotógrafa) y Paco, un veterinario especialista en jaguares. Todos nos esperan en el delicioso mercado del centro para desayunar la comida típica zapoteca. Nos ponen al día respecto al proyecto y nos cuentan un breve resumen de lo que han logrado con esta fundación en los últimos 30 años.

Terminando el desayuno, agarramos carretera rumbo a Valle de Mitla. En menos de una hora llegamos a este lugar hermoso, Patrimonio de la Humanidad. Entrando al recinto, siento una presencia animal muy fuerte y, por primera vez en la vida, conecto en este plano con estos seres sagrados. Me emociono mucho, no puedo dejar de mirarlo, su mirada es muy fuerte y especial; tiene tanta fuerza en su mandíbula que puede triturar un cráneo sin pestañar, pero las garras me dicen que pueden ser hasta más poderosas que la mordida. Este primer felino con el que conecto, me cuentan, se llama Autano y fue liberado de un circo en Texcoco, a unos kilómetros apenas de la Ciudad de México. La parte más dura de su historia llega cuando me refieren que este hermoso animal estuvo encerrado en un tráiler de un camión por más de siete años. Cuando llegó aquí, Autano no sabía ni trepar un árbol. Hoy gracias a Dios, a Víctor y a su equipo, con mucho esfuerzo, cariño y entrenamiento especializado, este jaguar está muy bien. La nota triste es que jamás podrá ser liberado porque su sangre es sudamericana. Me cuentan que es muy importante saber el origen de estos animales para poder liberarlos en su hábitat; si no, su supervivencia podría estar en peligro. Existe, por ello, todo un un protocolo para soltarlos, sobre todo en otros países.

Mis amigos me van presentando al resto de los jaguares. Algunos tienen historias similares a la de Autano, pero respiro con alivio cuando me cuentan que muchos ya han sido liberados y devueltos a la vida silvestre. Llevan un collar GPS para ser monitoreados, lo cual permite a los especialistas y a los protectores seguir estudiándolos para saber más sobre ellos y así poder cuidarlos mejor. Otra medida que toman antes de liberarlos es que en la actualidad están extrayendo su ADN para saber más sobre su origen, patrones y mucho más de ellos.

Cachorros copia

Cachorros,Yaguar Xoo, fotografía por Ann Moguel

Yaguar Xoo, video por Jaguars Into the wild

Yaguar Xoo, video por Jaguars Into the wild

Yaguar Xoo, video por Jaguars Into the wild

Una de las experiencias que más me conmovieron fue la historia de “el abuelo jaguar¨.

Se trata de una narración surgida en los cerros húmedos y lejanos de la selva de Oaxaca, la cual asegura que, en este abuelo, “la mitad es hombre y la mitad animal. No se oye cuando llega. Las tierras del pueblo de Lachixila le pertenecen a los nietos del abuelo jaguar”. El otrora animal sagrado, venerado por los pueblos prehispánicos, está hoy acorralado por el hombre y en grave peligro de extinción. En México, en el censo de 2010, se descubrió que sólo quedan ya 3,800 ejemplares.

El Dios se tambalea y su pueblo lucha por salvarlo y por matarlo a la vez. Entonces, cuando la niebla se cierra y el viento no se mece anunciando el fin, todos recuerdan al jaguar de luz y su mensaje… y brota una esperanza. Una noche, los dos mejores cazadores de la comarca de Cristo Rey la Selva, en Oaxaca, treparon a dos árboles con sus rifles. Los hermanos Melquiades y Alejandro esperaron pacientemente a que se posara la Luna y a que la bestia que había matado a muchos borregos y becerros del poblado se mostrara. De pronto, vieron moverse algo y ante ellos apareció el felino envuelto en un halo de luz. Se quedaron petrificados por su brillo y cuando alzaron sus armas hacia él… el animal ya no estaba. “Le apuntamos a la carne y desapareció. Nos dio mucho miedo y salimos huyendo”, cuentan ellos.

En ocasiones, se mata al jaguar por puro instinto de supervivencia.

Cuando volvieron al pueblo, los cazadores relataron lo sucedido al consejo de ancianos. Dijeron que el “tigre”, como llaman también al jaguar en estas tierras, portaba una luz resplandeciente. Los viejos revisaron las historias de sus abuelos y entendieron que aquel animal era portavoz de un mensaje: “El jaguar pretende decirnos algo; hay que capturarlo sin matarlo”, decidieron los sabios.

Montaron una trampa y como cebo colocaron un borrego. Pasaron varias noches hasta que el jaguar de luz entró en la jaula. Luego, el felino fue cargado a hombros por las estrechas veredas de un monte desordenado y fue entregado a las autoridades ambientales para evitar que fuera ejecutado. Su selva le fue arrancada en vez de su piel.

El animal fue llevado al santuario de Víctor, llamado Yaguar Xoo (un parque dedicado a la conservación de esta especie) donde, durante 14 meses, se intentó que no perdiera sus instintos salvajes. Pero los viejos de la aldea entendieron que el jaguar de luz debía volver a su selva. Melquiades y Alejandro, los cazadores, habían enfermado y se creyó que el jaguar había poseído su espíritu. Nadie supo nunca decir qué tenían que no fuera que su alma andaba lejos. El felino debía regresar a su hábitat original.

“Un compañero y yo nos fuimos a Estados Unidos y nos trajimos un collar de localización para colocarlo en el cuello del animal. Casi como [si fuéramos] dos ilegales, conseguimos meter el dispositivo a México con la ayuda de amigos en las fronteras”, cuenta el doctor Alfonso Aquino, uno de los mayores expertos y defensores del jaguar. El felino fue transportado hacia a la selva en helicóptero. Regresó a su hogar.

De los 50 mil ejemplares que quedan en el mundo, se calcula que 30 mil viven en Brasil.

Este caso, que ocurrió hace ya 10 años, sirvió para sacudir conciencias. “En muchas comunidades de Oaxaca, la gente mayor, de modo discreto, reconoce, respeta y venera al jaguar por ser un animal sagrado, máxima deidad de las poderosas fuerzas naturales y sobrenaturales de la Madre Tierra; símbolo de la dualidad del bien y del mal, del agua, de la vida y de la muerte, del tonalismo y nahualismo de las culturas étnicas”, explica el doctor Aquino.

De hecho, en la comarca de la Chinantla Alta, en Oaxaca, hay siete pueblos en los que se aprobó, a través de sus asambleas generales, conferir el carácter de “sagrada” a esta especie felina. El Dios Jaguar “es venerado en aquellas comunidades cuya historia, mitología, cosmovisión y cosmogonía están más estrechamente ligadas a su pasado, a sus ancestros. Y como deidad terrenal, vive en sus bailes, danzas, rituales, máscaras y trajes”, cuenta Aquino.

Pero, por desgracia, no todos tratan así a este hermoso animal, y el hombre, el único depredador que tiene éste en México, lo ha acorralado y matado hasta casi convertirlo sólo en ese espíritu que veneraban los primeros pobladores. “Las exuberantes selvas tropicales mexicanas que antes se extendían desde San Luis Potosí hasta Chiapas, cubriendo 22 millones de hectáreas, hoy han sido reducidas a tan sólo un millón”, explica Gerardo Ceballos en su manual El jaguar en México. Se le ha robado su tierra y se le ha arrojado a la peligrosa cercanía del hombre.

La población de este felino en América, antes de la llegada de los conquistadores, era de 100 mil ejemplares. Hoy está extinto en Estados Unidos, Uruguay y El Salvador; y, en el centro y sur de Centroamérica, sólo quedan algunos ejemplares (específicamente en Panamá y Costa Rica).

“Se mata al jaguar por ignorancia¨. Es el único gran felino que no ataca al hombre si no es por defensa. Hay conflictos por actividades ganaderas y hay también una caza furtiva basada en la pobreza de las comunidades y el aprovechamiento de la venta de sus partes”, explica Aquino.

Víctor y Andrea intentan reinsertar estos animales en su hábitat salvaje.

El gobierno, ante la caza de que son víctimas los jaguares a manos de los comuneros (con la justificación de que depredan su ganado), estableció un fondo de compensación por la pérdida de ejemplares. “El problema es que son requisitos, como los de cualquier seguro, complicados para cumplir por un campesino que vive en las montañas”. La realidad, por tanto, es que un jaguar que entra en una aldea y caza puercos o gallinas es abatido, en muchas ocasiones, por puro instinto de supervivencia.

Y, en medio de esta lucha entre dioses, jaguares y humanos, salen proyectos como el que ahora lidera esta pareja joven, Víctor y Andrea, en el que intentan repetir el éxito del jaguar de la luz y su reinserción en su ambiente salvaje. En Yaguar Xoo, Oaxaca, recogen felinos que han pertenecido a circos, o que son encontrados en mal estado o heridos, o que han sido atrapados o que nacen en cautividad. Para todos ellos, han ideado un proyecto de retorno en la selva. “Pretendemos entrenarlos, reeducarlos y mantener sus instintos salvajes para que vuelvan a la selva, que es donde deben estar”, explica Víctor. “Ojalá algún día este parque no tenga ni un solo jaguar; ése es el objetivo”, dice la pareja uniendo sus voces.

Para cumplir su objetivo, están elaborando un programa que implemente cabalmente el que actualmente tienen, el cual incluye entrenamientos y monitoreos científicos, que permita devolver al felino a su hábitat. El camino es ése, el marcado por el jaguar de la luz. ¿Qué pasó con él? “El collar que le colocamos dejó de monitorear su posición por un problema de falta de pago del servicio. Cuando volvimos a activarlo, dio algunas señales y una ya definitiva y quieta. Fuimos hasta allí y encontramos su collar abandonado y mordisqueado. No sabemos qué pasó. Creemos, por las mordeduras, que quizá una hembra le ayudó a arrancárselo, pero puede que haya sido cazado furtivamente. No se le ha vuelto a ver”, contesta Aquino.

Desapareció… en su templo, en su selva. El abuelo jaguar, mitad hombre y mitad animal, se fue a las tierras que le pertenecen. ¿Y cuál dijeron los ancianos que era su mensaje?, preguntamos a Aquino.

“Que el jaguar debe vivir en la selva, en libertad”.

Esta historia del abuelo jaguar fue publicada originalmente en el periódico El Mundo, y es reproducida aquí con autorización.

Documental abuelo Jaguar.

 

Si crees que puedes ayudar, súmate a esta causa, porque si el jaguar se extingue, también estarán en peligro muchas otras especies. Ponte en contacto con:

www.jaguaresenlaselva.org

Instagram: Jaguars Into the wild

 

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