Un paraíso, donde todavía habitan osos negros, jaguares, guacamayos, diversos grupos de árboles tropicales y hasta especies endémicas recién descubiertas. Todo este santuario existe en la zona central de México.
Suena el teléfono, y es Christian Vizl , un amigo fotógrafo del mundo marino, a quien conocí hace poco tiempo, en una aventura marítima, cuando tuve mi primer encuentro con el tiburón ballena. Esta vez, se comunica conmigo para invitarme a la Sierra Gorda de Querétaro. Me cuenta que irán con nosotros unas personas que llevan muchos años dedicadas a la conservación. El lugar, además, es muy especial por su biodiversidad. Hago unos arreglos y, a los pocos días, salimos de viaje.
Tomamos carretera y, ya en la sierra, nos encaminamos a Jalpan, como a unas seis horas de camino desde la Ciudad de México. Mientras vamos llegando al destino, nos encontramos un atardecer mágico, con un arco iris completo, con el esplendor de todos sus colores y, de fondo, en la montaña, una figura enorme de la Virgen de Guadalupe hecha en piedra.
Foto por Martín Buen Viaje
Llegando al pueblito de Jalpan, nos recibe Roberto Pedraza Ruiz, quien sigue el legado de sus padres, Martha Isabel «Pati» Ruiz Corzo y su marido, Roberto Pedraza Muñoz, la pareja notable que fundó el Grupo Ecológico Sierra Gorda (GESG) en 1987. A ellos le debemos la conservación de este hermoso paraíso, porque lograron acordar con el gobierno el decreto para su conservación. Luego, la Unesco la declaró Patrimonio de la Humanidad en 2003, por ser el área más ecodiversa de México. Pati es el ejemplo viviente de que la creencia de que: ¨ una persona puede cambiar el mundo¨.
México, por contar con estos tesoros, está entre los 12 países más ecodiversos del mundo.
Su proyecto de conservación y desarrollo sostenible ha sido reconocido por diferentes instituciones internacionales prestigiosas, como la National Geographic.
Su sede se localiza en el corazón del pueblo y cuenta con unas hermosas cabañas, donde, a poca distancia, uno tiene muchas opciones para contemplar lugares muy bellos y diferentes y, además, participando en el llamado “turismo consciente” o ecoturismo, ya que podemos conocer estos lugares acompañados de biólogos y micólogos (expertos en hongos), o participar en recolección de basura, reforestación, o educación ambiental en las comunidades de la zona. Sin duda es una experiencia inolvidable.
Foto por Martín Buen Viaje
Estos programas Eco-Tours apoyan directamente a las comunidades locales y los esfuerzos de conservación; de modo que, con tu visita, ayudarás a salvaguardar este santuario mientras disfrutas lo mejor de la Sierra Gorda. Más información en su web: Sierra Gorda Ecotour
Roberto hijo nos cuenta que él se encarga más de las reservas privadas. Esto es, a través de una asociación se adquieren predios con alto valor biológico, con objeto de proteger su biodiversidad. Y en esas áreas adquiridas no se realiza actividad alguna: se trata de realizar conservación estricta, devolviendo a la tierra lo que siempre fue suyo, su vida silvestre. Obedeciendo sus derechos respecto a las especies que pudieran vivir ahí, instaló algunas cámaras trampa (cámaras de video que se encienden al captar el movimiento de los animales al pasar cerca). De esta forma, Roberto pudo demostrar fehacientemente la existencia de diferentes felinos en la zona, y esto le sirvió para conseguir financiamiento de fundaciones como el world Land Trust del Reino Unido, para dedicar esos espacios a la vida silvestre. Nos comenta que, a raíz de esta experiencia, se hizo fotógrafo, pues se dio cuenta de que la lente es una gran herramienta para sensibilizar al mundo y poder, así, conseguir más apoyo para su misión.
Llaman “conservación estricta” a la práctica de protección total de ciertas áreas, como su cercado, la erradicación de la tala y pastoreo de ganado y su vigilancia para que la ambición humana no deprede, donde sólo importa la máxima ganancia monetaria, ya que esto ocasiona un fuerte impacto ambiental y daños irreversibles, y el único que gana es el que se llena los bolsillos. De este Manera bosques de niebla y templados se regeneran y los jaguares y otras especies amenazadas pueden encontrar refugio seguro.
Fotografía por Roberto Pedraza Ruiz
Fotografía por Roberto Pedraza Ruiz
Al día siguiente, nos levantamos temprano. Tomamos carretera como una hora y media, hasta llegar a un camino de terracería, imposible de acceder en auto, ni en moto: sólo los vehículos 4×4 pueden transitarlo. Lo bueno es que Roberto tiene un Jeep Cherokee modelo 2001 ( el último de su estirpe ), especial para estos casos. Dice que nunca ha tenido otro mejor para este tipo de caminos. Y sí, lo comprobamos… aunque también tengo que admitir que es un experto en su manejo: mientras nosotros nos vamos mordiendo la uñas, él va como pez en el agua. Si nos lo prestara, seguro nos lo pondríamos de sombrero. Así que vamos rebotando de arriba abajo por los pozos (hoyos). Es como si viajaras en una licuadora o, me llega el recuerdo, como cuando me subía a ese juego mecánico de los años 80 llamado Zamba (muy divertido, por cierto). Lo padre es que son esos caminos a los que nadie accede, así que está despejado de turistas. Comienza la aventura…
Luego de una media hora aproximada de sacudidas llegamos a nuestro destino. Nos bajamos, y Roberto carga su hacha, su machete recién afilado y su equipo fotográfico profesional: dos cámaras réflex con no sé cuántos lentes de todos los tamaños. Se recarga en un costado del auto y empieza a ponerse unos cubre-piernas, que van desde el tobillo hasta la rodilla. Su material es el más duro que existe: ¡el kevlar! (sí, acertaste: es con el que fabrican ropa contra impactos de bala). Le pregunto para qué se lo pone. Inevitablemente, por la situación del país, se me viene a la mente que pudiera haber narcos por la zona. Nada de eso. Nos cuenta que lo usa para repeler mordeduras de víboras de cascabel, que por la zona abundan. De inmediato le pido uno para mí… ¡pero no tiene! Entonces le pregunto si trae un botiquín con los antídotos… pero tampoco. Sólo nos dice: “No se preocupen. Yo voy adelante y tengo buena vista. Les aviso si llego a ver alguna”. No quedo al 100 por ciento tranquilo, pero pienso que esto forma parte de la aventura. Decidido a arriesgarme, procedo entonces a pedir permiso al bosque y sus habitantes para poder entrar.
Fotografía por Roberto Pedraza Ruiz
El sendero es muy estrecho, por lo que hay que abrir el camino a machetazos. Esto termina de hacerme entender por qué nuestro anfitrión trae consigo justo estas herramientas. Y es que no he dicho que el hacha la usó antes para cortar los árboles caídos que obstruían el camino.
En la foto aparece una Magnolia llamada bromelia. Foto por Martín Buen Viaje
En la imagen aparece una seta llamada Estrella de tierra, ( Geastrum Triplex ) La seta era usada por los indios nativos americanos con fines medicinales. Los pies negros le llaman ka-ka-toos, que significa ‘estrellas caídas’, y, según la leyenda, anunciaban la venida de acontecimientos sobrenaturales. Foto por Martín Buen Viaje
La caminata nos va adentrando en este paraje. Así, de pronto me veo rodeado de miles de árboles, flores y plantas que nunca había visto en mi vida, de una variedad de hongos de todos los tamaños y formas, algunos comestibles y la mayoría venenosos o no comestibles, una sinfonía de distintos cantos de pájaros, algunos ciempiés muy pequeños, mariposas, todo con un verde fresco de diferentes tonalidades. Mientras seguimos caminando, como una hora entre subidas y planicies, no damos con los pumas o jaguares y demás felinos que habitan en la zona. Roberto sabe que están por aquí porque los ve con las cámaras trampa que instala en el bosque (y que, como dije ya, sólo graban cuando detectan movimiento). Llego a la conclusión de que ellos sí nos ven… desde sus escondites. Nosotros somos los intrusos que llegamos a su casa; y como el humano suele no tener muy buenas intenciones con ellos, ya es muy difícil que acerquen a nosotros, como lo hacían antes. Roberto confirma mi pensamiento y nos cuenta que la mayoría de las veces, en el camino de regreso, encuentra huellas de pumas u otros felinos, confirmando que estos gatos sí siguen los pasos del intruso, y a pocos metros, porque son curiosos, igual que nosotros, con la diferencia de que ellos sí saben caminar en silencio y camuflarse en el bosque.
Foto por Martín Buen Viaje
Foto por Martín Buen Viaje
Ene esta fotografía aparece un Jaguar captado por las cámaras trampa de la zona.
Vemos algunas hermosas magnolias, endémicas de esta zona, y también orquídeas. Se tiene registrado que hay 25 mil tipos de magnolias en el mundo. Comparto un artículo muy interesante de Roberto sobre este tema: Magnolias Escondidas
Magnolia rzedowskiana. Fotografía por Roberto Pedraza Ruiz
Roberto nos cuenta que una vez encontró una especie de babosa, de casi 15 cm de largo, ¡que no había sido descubierta hasta el momento! Acudió con un especialista y éste confirmó el hallazgo. Ahora, este largo animalito se ha clasificado y forma parte ya de la familia de moluscos mexicanos, única en el mundo.
Fotografía por Roberto Pedraza Ruiz
De repente, se escucha un estruendo a pocos metros. Nos sobresaltamos y vemos una gran rama de árbol cayendo cerca de nosotros. Es normal: estaba muy hinchada por acumulación de agua. Menos mal que no estábamos debajo de ella en ese momento.
Luego nos topamos con un árbol que tiene una formación rara en algún punto del tronco. Nos cuenta Roberto que a eso le llaman “agalla de avispa”. Se trata de una reacción de los vegetales ante la infección que esos insectos inoculan al posarse en ellos. Las formas que adquiere la (por decirlo así) “hinchazón” llegan a ser de lo más extrañas.
Foto por Martín Buen Viaje
Durante todo el camino intentamos encontrarnos con las babosas descubiertas por Roberto, pero no tenemos suerte. Al final del recorrido, le muestro una foto que le he tomado hace rato a un hongo. Roberto la mira con atención y luego me da una palmada en la espalda: “¿Ves eso que sobresale ahí, atrás del hongo? ¡Es es la babosa que estábamos buscando!” Y yo pensé que simplemente era otro hongo detrás del que había llamado mi atención… ¡y era la babosa comiéndose al hongo! Me sentí un baboso por no darme cuenta.
Este viaje me ha dejado otra cosa: el encuentro con el hongo más grande que he visto en mi vida. Roberto me explica que, por sus propiedades, esta especie de gigantesca pizza de jitomate, en Asia es usada como medicamento desde hace más de 2,000 años por sus numerosas propiedades.
Foto por Martín Buen Viaje
También nos comenta que en la Sierra Gorda hay varias especies de agaves, algunos adecuados para obtener pulque. Si se explora en las cuevas de la zona, es posible encontrar plantas carnívoras.
Recientemente un equipo de la cadena de medios británica BBC vino acá a explorar las riquezas de esta sierra, además de las maravillas de Chiapas y la Rivera Maya, sus integrantes quedaron impactados con todo lo que encontraron. Y se fueron frustrados, pues los 10 días de grabación para hacer un documental les quedaron chicos. Roberto fue quien los recibió aquí, así que para nosotros es un honor poder estar con él, explorar con él y escuchar sus historias.
Nos dice, por ejemplo, que existen en estos montes más de 650 especies de mariposas, 2,308 especies de plantas y 341 especies de aves, es decir, casi un tercio de todos los tipos de aves que se encuentran en México.
Cuando le pregunto por las civilizaciones antiguas, me comenta que se han encontrado unos 500 vestigios arqueológicos (claro, nada como Palenque, hasta ahora).
Nos relajamos el resto del día en nuestras cabañas. Al otro día, vamos a explorar el Río Escalada, el Puente de Dios y su cascada (que sale del risco Peña de la Gloria, un lugar que me deja sin palabras para describirlo).
Foto por Martín Buen Viaje
Foto por Martín Buen Viaje
Luego, a la mañana siguiente, regresamos a la Ciudad de México. A la altura de Cadereyta de Montes, vemos un extraño fenómeno: una serie de colores en forma circular encima de las nubes, que cada vez va creciendo más. Casi nos tiramos fuera del auto para contemplar sin estorbos este espectáculo. Más tarde, investigando un poco, comprendo que hemos visto el llamado “arco iris de fuego”, un evento atmosférico muy raro de verse, que se da cada tantos años, sobre todo en el norte de Estados Unidos y en Canadá. Hay una explicación científica, como para todo, pero también siento que puede ser algo del más allá. Como sea, verlo ha sido todo un honor y un alimento para el espíritu. No puedo imaginar un mejor final para esta increíble aventura.
Foto por Martín Buen Viaje
Este nuevo viaje me ha llevado a la siguiente reflexión: La tierra no debería ser de quien la trabaja, tampoco de quien la compra, sino de quien la protege. ¡Gracias, Christian Vizl Mac Gregor y Roberto Pedraza Ruiz por este buen viaje!
La tierra no nos necesita, nosotros necesitamos de ella.
El trabajo de Roberto como fotógrafo lo puedes ver en:
http://sierragordasilvestre.photoshelter.com/
http://www.sierragordaecotours.com
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